jueves, 29 de abril de 2010

...ese padre que quiere apuntar a su hija en gimnasia artística.

De entre todos los alumnos, de entre todas las clases, de todo el colegio, siempre está el que destaca en alguna cualidad. Pero si eligiéramos uno de cada colegio, de toda Sevilla tendríamos un gran grupo cuyas habilidades para algún deporte son muy destacables.
Pero de ese grupo sólo unos pocos destacan sobremanera de los demás, unos aunténticos fuera de serie, hasta tal punto que hablamos con el padre y le sugerimos que apunte a su hijo "al equipo tal" o "en la federación de cual".

Pues bien, ¿hasta qué punto sería acertada esa decisión? Esa inevitable especialización temprana del niño conlleva unos entrenamientos casi diarios de un nivel que incluso a nosotros nos costaría trabajo seguir. Y ya deja de haber un maestro más o menos "buena jente" que no dice palabrotas y le enseña de manera muy pedagógica juegos que el alumno hace bien si quiere, y si no pues le ponen un negativo en una nota.

Ahora hay un entrenador muy severo que le obliga a realizar unos ejercicios -que ya no son juegos- con unos métodos poco pedagógicos y que cuando hace algo mal suelta palabrotas nada educativas. Ahora los ejercicios son obligatorios, y de una duracion varias veces superior a lo acostumbrado en el colegio. Ahora hay competiciones, controles, mediciones, directores... demasiado para un niño.

Por supuesto no todo es malo. Si hay una correcta adaptación, el niño disfrutará con su deporte favorito llegando a vivir sensaciones muy por encima de las que tendría en su cole, y por qué no, pudiendo llegar con no poco esfuerzo a lo más alto.

En definitiva , conlleva un sacrificio por parte del niño -y de la familia- que deben ser tomados muy en cuenta antes de introducir al hijo en el mundo de los deportes de élite, tanto por los padres como por nosotros a la hora de aconsejar a éstos.

Para saber más, dejo aquí un interesante artículo sobre la especialización.

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